miércoles, 15 de julio de 2009

7 - quemado en pleno invierno


Tengo las nalgas al rojo vivo.
Mi culo pasa demasiado tiempo pegado a la estufa.

A mi sistema operativo
ya no le anda el interruptor que lo apaga.
Está prendido día y noche,
gastándome la energía al divino pedo.

Invente alguien ya mismo
un aparato que decida por nosotros,
con sentido común y usb.

lunes, 13 de julio de 2009

6 - abrir la cabeza


Tómense un termo de mate en cuclillas
y con los ojos cerrados.

Hagan la prueba.

Aunque les parezca raro.

Yo lo hice y me cambió la vida.

viernes, 10 de julio de 2009

5 - rebelde de supermercado


Mi espíritu combativo se satisface con tan poco...


Trato de ir lo menos posible,

al Walmart,

para no cagarme en los pobres comerciantes del barrio.

Pero cuando voy rompo todas las reglas.

Es que ¡amo la libertad!


Empujo el chango con todas mis fuerzas.

A veces incluso lo suelto y lo sigo con la vista

mientras se aleja por los pasillos vacíos.


Lo hago doblar violentamente en las esquinas.

Avanzo a toda velocidad

esquivando por un pelo a las viejas lerdas.

Freno un centímetro antes de embestir las góndolas repletas.


Dejo marcas en el piso

con cada una de mis maniobras imprevisibles.

Lo estaciono, al chango, en donde me da la gana.


Así satisfago mi espíritu combativo.


A ver si alguien me puede ganar en esto.

jueves, 9 de julio de 2009

4 - la ilusión del progreso


Por fin me llamó el del bar de Cabildo y Juramento.
Me dijo que pase por ahí así charlamos.
Se ve que le gustó el cd que le dejé hace un par de meses.
¡Qué alegría!
Con lo lindo que sería tocar de nuevo
temas ajenos de soul y funk a cambio de plata.

Ilusionado, me visto lo mejor posible y voy,
dispuesto a arrancar en 1500 pesos
y de última bajar hasta 1200 o 1000 si nos aseguran
continuidad (por lo menos un show por semana durante un mes).
Tampoco es tanta plata.
Entre 300 y 200 pesos para cada músico.
En el colectivo decido que, como última oferta,
podemos llegar a arreglar por 100 mangos cada uno.

Espero en la barra hasta que el tipo se desocupa.
Me entretengo mirando escenario y después el menú.
Los precios altísimos (6,50 un cafecito miserable) me dan fuerza:
para esta gente la guita no puede ser un problema.

Llega mi turno.
El momento de la verdad,
tristísimo momento:
habría que tocar un miércoles de onda,
para que la gente del bar evalúe nuestra capacidad de convocatoria.
Solamente nos darían 100 pesos para repartir entre todos.
Recién después de esa primera vez quizás podríamos tocar de nuevo
y quedarnos con un poquito más.
Ese poquito más se lo cobrarían a la gente que nosotros invitáramos,
además de la consumición obligatoria.
Para cagarlo a trompadas ahí mismo.
Pero no.
Dejo que agende un show para el mes próximo,
manso como un corderito.
―Una muy linda fecha, el miércoles 12 ―dice el tipo.
Debería aclararle que ni en pedo vamos a ir,
pero me sacó las ganas de todo.
Le doy la mano y me voy a la mierda.

En casa me hago unos sandwichitos con galletas de salvado y atún.
Una porquería.
El atún chorrea aceite por los agujeritos de las galletas
Me quedan los dedos todos mojados.
Como la vez que fuimos a Mar del Plata con un guitarrista amigo.
Pretendíamos organizar una gira para el verano
con nuestra banda de aquel entonces,
una que tenía un nombre medio feo.
Andábamos con poca guita y pasamos una noche en un hotel baratísimo
enfrente de la terminal de ómnibus.
Chester, se llamaba el hotel.
Esa noche cenamos atún con pan lactal en la habitación.
Nos costó un huevo abrir la lata sin un abrelatas.
Y, como no teníamos cubiertos ni nada, para secar un poco el atún
a mi amigo se le ocurrió una idea de lo más ingeniosa.
Fue hasta el lavatorio, volcó la lata en una de sus manos
y apretó el atún con todas sus fuerzas.
Los hilos de aceite le recorrían el brazo.
Los codos le goteaban.
Pero el atún quedó seco.

miércoles, 8 de julio de 2009

3 - la originalidad


Terminé Palo Tutor.

Me llevó mucho tiempo escribirla.

No sé si es una buena novela.

Pero juega con una imagen que me fascina.

La de un tipo quieto durante mucho tiempo mientras una planta trepadora lo usa de sostén.

Cuando se me ocurrió, me creí muy original.

Hasta que un amigo me mostró esta foto:


























La estatua es gigante y está en India.

Fue erigida en el siglo décimo para homenajear a Bahubali, un santo jainista que renunció a todo y pasó muchísimo tiempo meditando, desnudo y quieto.

A los escultores se les ocurrió retratarlo con una planta trepando en torno a su cuerpo para representar así su paciencia y perseverancia.


No hay caso.

Cada vez cuesta más tener una idea nueva.

Mientras espero a ver qué me dicen varias personas que están leyendo la novela, pienso cómo hacer para que lo próximo que escriba quede realmente bien.

Me paso horas y horas pensando,

sobre todo durante mis momentos de lucidez,

cuando estoy sentado en el inodoro o en el colectivo.


pd: les dejo un par de imágenes más detallistas:






















martes, 7 de julio de 2009

2 - la platita

Me da bastante vergüenza, pero algo me dice que lo mejor es asumirlo.
Así que vayan rascándose la lengua con los dientes
y prepárense para escupir contra la pantalla.
Lo voy a decir de un saque, antes de que me arrepienta:
me importa mucho la guita.

Escribir me encanta.
Pero no puedo parar de pensar en las suculentas sumas que podría embolsar si gano alguno de los cientos de concursos de novela que hay (¿están al tanto ustedes? ¿saben de cuánta guita estoy hablando?).
No entiendo cómo tanta gente se llena la boca diciendo que los libros ya fueron.
Para mí, son la esperanza que me queda.
Tenue, por momentos ilusoria, pero esperanza al fin.

lunes, 6 de julio de 2009

1 - la boca llena


Una de las tantas cosas que hice para levantarme minas

fue un curso de teatro en el centro cultural rojas.

De profesora me tocó Andrea Garrote,

¿la tienen aunque sea de nombre?

Igual eso no importa.

Les decía: en ese curso aprendí a rascarme la parte de arriba de la lengua con el filo de los dientes para producir mucha saliva y así babear o escupir tupido.

No sé exactamente cómo lo aprendí.

Pero la técnica no me la olvido más.

En ese momento me vino al pelo para interpretar un personaje que solamente se babeaba, copiosamente.